Un impulso irrefrenable y irremediable me presionaba ayer tarde a salir a pasear.
Ese olor a hierba segada y un sol que te hace caricias en la cara; un sol anaranjado que le da a todo un toque vintage y romántico.
Echo a andar por el camino de siempre: la rutina ese algo placentero.
Y, de pronto, me cruzo con dos niños. Los dos ya llevan manga corta y, la verdad, es que la temperatura de entonces invitaba a ello. Recogen margaritas y dientes de león para regalárselos a su mamá.
¡Qué maravillosos estas brisas primaverales y veraniegas!
Disfrutemos de ellas ya que, como dice el refrán, ¡en Abril aguas mil!
Recordad, sed extraordinarios :)
No hay comentarios:
Publicar un comentario