sábado, 26 de marzo de 2011

Caricias de una luz anaranjada.

Un impulso irrefrenable y irremediable me presionaba ayer tarde a salir a pasear.

Ese olor a hierba segada y un sol que te hace caricias en la cara; un sol anaranjado que le da a todo un toque vintage y romántico.
Echo a andar por el camino de siempre: la rutina ese algo placentero.

Y, de pronto, me cruzo con dos niños. Los dos ya llevan manga corta y, la verdad, es que la temperatura de entonces invitaba a ello. Recogen margaritas y dientes de león para regalárselos a su mamá.

¡Qué maravillosos estas brisas primaverales y veraniegas!

Disfrutemos de ellas ya que, como dice el refrán, ¡en Abril aguas mil!

Recordad, sed extraordinarios :)

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